¿Cuán fuertes nos sentimos...?


Las situaciones de crisis, que tanto busca evitar nuestra cultura postmoderna, tienen un enorme valor para la persona que busca crecer en su vida espiritual. Nos permiten evaluar el verdadero estado de nuestras reservas espirituales.

 

Todos nos sentirnos fuertes y espirituales cuando la vida nos trata bien. En estos momentos, proclamamos nuestra lealtad al Señor y afirmamos nuestro compromiso de vivir conforme a Sus principios. Cuando la tormenta azota, sin embargo, la devoción y el compromiso se esfuman. En su lugar queda la pregunta tan frecuentemente escuchada, en momentos de dificultad: ¿Por qué a mí?

 

Para la persona que está interesada en ver transfor-maciones en su vida, una condición indispensable para este proceso es la de tomar conciencia de las áreas que necesitan ser tratadas por el Señor. Mientras no vivamos situaciones que ponen a prueba nuestra vida, probablemente nos hagamos una idea errada de nuestra verdadera condición espiritual. No solamen-te nos convenceremos de la existencia de realidades que no son, sino que tampoco seremos conscientes del verdadero origen de nuestras debilidades.

 

Las crisis le ponen fin al engaño de nuestras percepciones. En las crisis tenemos la oportunidad de vernos tal cual somos. Nuestras imperfecciones, nuestra poca madurez, nuestra falta de santidad, todo esto queda admirablemente expuesto.

 

Para entender este principio, pensemos un momento en el apóstol Pedro. En la última cena, afectado profundamente por las fuertes emociones del momento, proclamó confiadamente que daría su vida por Cristo. No dudaba de su devoción, ni de su compromiso. Sin embargo, cuando llegó la prueba, no alcanzó siquiera a confesar con su boca su lealtad al Maestro.

 

¿Cuál de los dos "Pedros" tenía más potencial para la obra? ¿El primero, o el segundo? El Pedro derrotado había aprendido una valiosísima lección. No podía confiar en su propio entendimiento, ni en su propia evaluación de su pasión espiritual.

 

Como líderes, diáconos, encargados, personas que nos toca “estar al frente”, esta verdad nos deja dos lecciones importantes. En primer lugar, debemos ser cuidadosos en lo que proclamamos en tiempos de abundancia y bendición. Es fácil sentirse invencible cuando todo está a nuestro favor. En segundo lugar, debemos apreciar más el valor de las situaciones de crisis en nuestras vidas; nadie disfruta de experimentarlas, pero qué buen fruto pueden dejar en nuestras vidas cuando no intentamos escondernos de ellas.

 

Para meditar

  • ¿Qué recursos tenemos para enfrentar los “bajones”?
  • Así como tenemos medicinas para determinados dolores, de la misma manera deberíamos tener “medicinas espirituales” para las situaciones de crisis: una canción, un Salmo, una lectura que nos inspire, un texto bíblico seleccionado, una persona a la cual acudir, un lugar donde reflexionar, una predicación para oír, etc.
  • ¿Tenemos esos recursos?

 

Eugenio Wolyniec