Estar quietos... y algo más...


Pensar en estar quietos, para muchas personas, es algo inconcebible. Es que vivimos en tiempos en que la espera se hace cada vez más inaceptable.

 

En otras épocas, la demora se medía en cuestiones de días, semanas y meses; hoy, en cambio, consideramos como "demora": el tiempo que nuestro ordenador tarda en encenderse; o el tiempo que el microondas requiere para calentar nuestro café; o el que un semáforo tarda para cambiar de la luz roja a la verde.

 

La impaciencia se ha instalado con tal fuerza en nuestras vidas que valoramos el uso eficaz del tiempo, en cuestión de segundos; y aún, cuando la espera es ínfima, muchas veces no podemos controlar los senti-mientos de ansiedad que son propios de esta época.

 

La sabiduría popular afirma que cuando no se puede hacer nada "sólo podemos esperar". Los creyentes en Dios, poco a poco, hemos ido incorporado esta práctica en la que nuestra actividad principal, cuando no podemos acelerar el tiempo, es solamente esperar.

 

En el proceso de aquietar el espíritu y dominar los impulsos de la desesperación, el Salmo 64.10 nos habla de una acción extra, importante: "Estad quietos y conoced que yo soy Dios" (la Versión Popular dice "¡Ríndanse! ¡Reconozcan que yo soy Dios!").

 

Nuestro llamado principal en la vida es orientarla hacia Dios; o sea, caminar con él, buscar su presencia, acompañar su mover y   preguntar por sus propósitos en las situaciones frustrantes.

 

Si además de esperar, incluimos la acción de buscar a Dios mientras dura la espera, podríamos definir la paciencia como "el tiempo de disfrutar de Dios cuando las circunstancias nos invitan a la preocupación, la ansiedad y el afán.

 

Para meditar

  • ¿Cuáles son las situaciones de "espera" que más nos fastidian?
  • Dios nos invita a quitar los ojos de las circunstancias y elevarlos a Él, para comprobar que Él reina sobre todo momento (aunque éste sea un tiempo de espera).
  • La próxima vez que nos encontremos en una situación sobre la cual no tenemos control, llevemos los pensamientos a la presencia del Buen Pastor, Él nos puede conducir a las "aguas de reposo".

 

Eugenio Wolyniec